Encuentro Blanco

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Cientos de blancos acompañan a sus imágenes en el emotivo Encuentro

El corazón del casco histórico, la plaza de España, se llenó a rebosar en la celebración del Encuentro del Paso Blanco, una iniciativa que llena la noche del Miércoles Santo y en la que el protagonismo lo tienen las tres imágenes de la cofradía que hasta ahora desfilaban en andas en las procesiones.

La plaza estaba resplandeciente, engalanada con reposteros, y prácticamente repleta de gente, y no sólo de blancos, mientras se anunciaba, por el sonido de las cornetas y tambores, la llegada de la comitiva que había salido de la capilla del Rosario.

El itinerario que recorren la Santa Mujer Verónica, San Juan Evangelista y el Cristo del Rescate, es el mismo al comienzo, pero a la altura de la iglesia de Santiago las imágenes toman derroteros distintos con el fin de que San Juan y la Verónica lleguen a la plaza de España simultáneamente y por calles distintas.

En ese momento se apaga el alumbrado y, sobre las cabezas de los asistentes, sólo se aprecian los pequeños resplandores de las luces de los tronos. El pausado discurrir de las imágenes, en una representación perfectamente sincronizada, con un silencio total que sólo se rompe con el sonido de los tambores, va cambiando los puntos de atención de las gentes.

Los situados en el centro de la plaza, la zona más codiciada, tienen una mejor visibilidad, por los de las calles laterales van cambiando de posición porque los árboles interrumpen la visión. Pero hay tantas personas que no resulta fácil moverse, máximo cuando la comitiva obliga a apretujarse para dejar espacio.

El Cristo del Rescate fue el último en llegar a la plaza, en cuyo centro ya estaban situadas las otras dos imágenes. El movimiento de los tronos para el saludo fue uno de los gestos que provocaron repetidos aplausos.

Y volvió el silencio y desde los altavoces sonaron las palabras evangélicas que justifican este acto blanco simbolizando el Prendimiento de Jesús en el huerto de los olivos. En ese momento se podía cortar el silencio de la multitud sobrecogida por la emoción.

La escenificación llegó de inmediato con la aparición de un grupo de soldados romanos con hachones encendidos y varios miembros del Sanedrín, que procedieron a abrirse paso entre el gentío y rodearon al Cristo del Rescate.

Casi al mismo tiempo, los tronos de la Santa Mujer Verónica y de San Juan Evangelista, emprendieron el camino para abandonar la plaza, con sus respectivas comitivas, y la única iluminación existente, un potente foco, se centraba en la figura del Cristo del Rescate.

El cortejo, con estandartes y nazarenos, lo cerraba la bandera de la cofradía blanca, tras la que iba la junta directiva encabezada por el presidente Ramón Mateo. Y detrás, los blancos en masas, todos camino de la capilla del Rosario, en la que tuvo lugar el colofón con el encuentro con la Virgen de la Amargura, preparada ya en su nuevo trono de andas que estrena este año. Esta parte final del acto se prolongó hasta las doce de la noche ante la afluencia de gente.

Fuente: LaVerdad.es / T. M. / A. S. /  SONIA M. LARIO / AGM