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¡Amansa las fieras!
"El candidato Ibáñez tiene el "síndrome Nogalte": para tratar temas del Paso Blanco prefiere citarse en un bar y no en la Casa del Paso"
¡Amansa las fieras! Ese es el resumen de la reunión mantenida entre el presidente blanco y quien él denomina "jefe de la oposición", Enrique Ruiz, con quien este periódico ha mantenido una larga conversación. No es complicado hablar con Enrique; su teléfono móvil es del dominio público. Con quien es imposible hablar es con el presidente, más que nada porque ahora dispone de teléfono móvil "oficial", su primera decisión como presidente, y ese teléfono es el secreto mejor guardado. Su segunda decisión ha sido la de contratar los servicios de un taxista para sus desplazamientos, taxi pagado por el Paso Blanco, es decir por los mayordomos con sus cuotas, como el nuevo móvil presidencial, algo insólito hasta hoy en el Paso.
Javi Montalbán, otro de los "traidores y apestados", decía textualmente a quien esto escribe: "¡Que nos dejen en paz!". Y es cierto. Zapatero, en un lapsus, aseguró que le interesaba la crispación. A Ibáñez también le debe interesar, por lo que se ve, porque parece que su rol debe ser el de víctima, pero vamos a lo que vamos:
Juan Andrés llama a Enrique a través del teléfono presidencial y lo cita para una reunión. Pretendía que esa reunión fuera en un bar. El candidato Ibáñez tiene el "síndrome Nogalte": para tratar temas del Paso Blanco prefiere citarse en un bar y no en la Casa del Paso. El caso es que Enrique le dice que si lo quiere ver como presidente, lo normal y lo acostumbrado es que esa reunión se haga en su despacho de la Casa del Paso. Así se hizo, pero... Juan Andrés no acude solo, sino escoltado por tres miembros (Con perdón) de la Directiva, a saber: Los hermanos Soto y Jose, el hijo de Paco el Dientes.
Resumiendo, lo que le pide el presunto presidente es que "amanse a sus fieras", que "se integre" y que ponga a trabajar a sus 400 votantes en el Paso. Lo de poner a trabajar a los votantes ha delatado al candidato Ibáñez, porque si el voto es secreto, ¿cómo va a saber quienes lo han votado? Igual es que Ibáñez sí conocía el voto de cada uno, lo que confirmaría la sospecha de pucherazo que tanto ha planeado sobre unos comicios hechos sobre un censo que sólo controlaban los "oficialistas" y que únicamente se hizo público escasos días antes de las elecciones, aparte de la sospechosa proliferación de votos delegados ante notario, votos de gentes que cazaban a lazo en la Corredera y llevaban en volandas a la notaría.
Lo de la "integración" tiene su miga. La propuesta ha sido, ni más ni menos, que si "se integra" ellos lo auparán a la presidencia dentro de tres años... ¡Ellos! La respueta de Enrique ha sido contundente: "Si algún día soy presidente lo seré por la fuerza de las urnas y no de una cacicada."
La reunión acabó como empezó, pero sin la presencia de Lázaro Soto, ausentado de ella tras mantener unas palabras subidas de tono con Enrique Ruiz. Enrique llamó "esbirros" a los que acompañaban a Ibáñez, en una entrevista que debía haber sido únicamente entre ambos candidatos. Y ese "esbirro", sintiéndose ofendido, abandonó la reunión-trampa a la que nunca debió haber acudido. Lo de llamarlos "esbirros", aunque aquí suene a desprecio, en su contexto no se puede entender así pero es lo que pasa cuando se transcriben conversaciones, que nunca podrán ser absolutamente fieles a la realidad.
Mal pintan las cosas en la casa blanca, a la que se le empieza a conocer como la cosa nostra... nostra pero, sobre todo, de Pedro Segura, que mantiene despacho "y nadie sabe cómo ha sido".
La jugada de Pedro Segura -para los blancos el "varón de la alcayata"- no está saliendo como él pensaba. El pusilánime Ibáñez es incapaz de mantener unidos a los blancos y el peligro de una debacle es cada día más patente.
De momento ya ha conseguido el record histórico de que la banda de música desaparezca, de no poder contar con nadie para la Casa del Paso, de que se haya ido hace unas horas el capataz del San Juan y de que 400 blancos se sientan huérfanos de representación. Hasta Rajoy lo ha hecho mejor, que ya es decir.
Esos 400 huérfanos, una gran parte de los cuales eran los que trabajaban el día a día del Paso, han pasado a ser meros espectadores. Esa es la regeneración a la que invitaba Ibáñez. Ahora le tocara dar Sidol a los nuevos fichajes mientras "los 400" harán lo que antes hacían "los otros": mirar. Un auténtico desastre.
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