Procesión del Domingo de Ramos 2013

Faltaban días para su crucifixión. Lo sabía. Conocía su final. Cada paso que daba entre los gritos de ¡Hosanna al hijo de David! y envuelto en un mar de palmas y ramas de olivo era un paso más hacia la cruz. Pero poco importaba. Estaba escrito y así debía ser. Debía sentirse aclamado por el pueblo mientras accedía triunfante a Jerusalén. Una tierra santa y un pasaje bíblico que ayer revivieron miles de blancos que, un Domingo de Ramos más, quisieron sumarse a la Procesión de las Palmas, la más multitudinaria de cuantas se celebran en Lorca. Multitud de personas y de motivaciones, anhelos y sentimientos. Un pueblo blanco rendido a Jesús y a su patrón, San Juan Evangelista.
Cada hombro de un sanjuanista fue anoche un pilar de fe. En ellos descansa una profunda devoción que traspasa los límites del alma y a la que le dan forma transformándola en un paso propio, único, diferente, peculiar, característico y, sobre todo, aglutinador de admiraciones. Imposible pasar desapercibidos por la carrera principal con un conjunto religioso que atrapa las miradas de lorquinos y visitantes.
Envuelto en ornamentales ramas de palma profusamente trabajadas durante horas por los cofrades blancos, la talla de San Juan, atribuida al escultor sevillano Antonio Castillo Lastrucci, cerró un cortejo que fue el elegido por la cofradía para presentar al público algunos de los estrenos de este año, como el nuevo manto del emperador Octavio Augusto, una de las figuras centrales de los personajes romanos del Paso Blanco, que ayer procesionó en cuádriga y no en enganche de cinco caballos como venía siendo habitual.
Siete meses ha costado realizar el manto de gran formato, de terciopelo de color verde con un medallón central, en el que se rinde tributo al que fuera presidente de la cofradía, Agustín Aragón Villodre. Su rostro, en el medallón central bordado en sedas, asume las facciones del emperador que decretó la confección del censo que obligó a José y a María a trasladarse a Belén. La sorpresa la dio el propio Aragón Villodre que, demostrando que el paso del tiempo es su aliado, se puso al frente del enganche de cuatro caballos, recibiendo por ello el tributo público del pueblo blanco.
La presencia romana fue dejando paso al grupo del rey Salomón, que también estrenaba túnicas, todas ellas inspiradas en los bordados originales del siglo XIX. Las mujeres del rey David y Betsabé dieron entrada al Pueblo Hebreo en el que mayores y niños volvieron a mostrar su afinidad a este grupo, uno de los más antiguos, ya que procesiona desde el año 1885 y se le sitúa en el origen de los Desfiles Bíblico Pasionales. Jesús, sobre una burra, y escoltado por cofrades entonando el himno al Dios de Israel presidía una escenificación a la que pusieron el epílogo los jinetes del Apocalipsis y el trono de San Juan Evangelista.
En los palcos, la marea de pañuelos se sucedió durante todo el cortejo. La tercera de las procesiones de este año concluyó con el paso de la Virgen de la Soledad, imagen titular de la Hermandad de la Curia. Precedida por el estandarte de la Hermandad y los tercios de nazarenos, el trono recorrió la carrera principal arropado por los miembros de la Judicatura, como ya ocurrió en la noche del Sábado de Pasión en la procesión por el casco histórico.
La Semana Santa avanza. Se acerca la Pasión de Cristo y en Lorca se aproximan los días más importantes para la ciudad. Por delante restan tres días, previos al Jueves Santo, en el que los bordados, con las exposiciones en las iglesias, adquieren el reconocimiento al que están obligadas todas y cada una de las cofradías.

Fuente: La Verdad