Espectacular pueblo hebreo del paso blanco

Miles de personas en las tribunas y las calles para presenciar la procesión más multitudinaria de la Semana Santa lorquina. Domingo de Ramos en el que el Paso Blanco revive, con cientos de figurantes ataviados a la usanza de hace más de dos mil años en tierras de Judea, el pasaje bíblico de la ‘Entrada triunfal de Jesús en Jerusalén’, preludio de su Pasión, Muerte y Resurrección.
Una gran muchedumbre, el Pueblo Hebreo, que llenó en algún momento la longitud total de la carrera principal, rodeaba a un reducido grupo en el que el personaje de Jesús, de carne y hueso, montado sobre una borrica, iba rodeado de sus apóstoles.
Muchos de los hebreos llevaban palmas y ramas de olivos que agitaban en señal de alborozo siguiendo al pie de la letra la escenificación de hace más de dos mil años. Entre el clamor de las gentes, las que iban en procesión y las que, sentadas en las tribunas no cesaban de aclamar y gritar, se colaba el cántico del ‘Dios de Israel’ que, cuando el grupo hebreo era menos numeroso, cantaban todos los participantes.
Ahora es mucho más difícil, como lo es organizar esa muchedumbre en la que en los últimos años hasta aparecen recién nacidos cuyos padres, también ataviados de hebreos, parece que quieren inocularles desde bien chicos el cariño por la cofradía. Muchos jóvenes, los más numerosos, y también personas mayores, porque este grupo bíblico se ha convertido en cantera del Paso Blanco. Haciendo un poco de historia, y dado el crecimiento que ha experimentado el Pueblo Hebreo, conviene recordar que fue en el año 1855 cuando por primera vez salió en procesión este grupo que en aquellos tiempos estaba formado por una treintena de personas.
Después del Pueblo Hebreo, otro grupo simbólico en esta cofradía, la representación del Anticristo, con su gran manto bordado en sedas, y los Cuatro Jinetes del Apocalipsis precediendo al cierre del cortejo blanco, la imagen de su patrono, San Juan Evangelista, en un trono con una espectacular ornamentación floral elaborada con hojas de palma, y a hombros de portapasos.
Pero los blancos, antes de llegar a este punto, pusieron en carrera varios de los grupos basados en la historia del pueblo de Israel, como el del rey Salomón que desfila sobre una viga, y en el que destaca el manto bordado en el año 1932, que fue restaurado en 1983 y que tiene la singularidad de que el medallón central, bordado en sedas, reproduce al rey tal y como desfila en la procesión.
La caballería de las Tribus de Israel y la integrada por las mujeres del rey David, así como numerosos personajes a pie, completaban la estampa. Delante, abriendo el cortejo blanco, la infantería romana, la banda de tambores y cornetas y varios de los personajes de su grupo romano, entre ellos a Licinio, Teodosio y Majencio, sobre cuádrigas y sigas espectaculares.
El Paso Encarnado, el Paso Morado y la Hermandad de la Curia, que igualmente forman parte del cortejo, como ocurre en todas las procesiones de la Semana Santa lorquina, lucieron anoche sus estandartes más representativos, acompañados por nazarenos.
En el caso de la Curia, que cerraba la procesión por corresponderle presidirla, cofradía integrada mayoritariamente por profesionales de la Administración de Justicia, llevaba a su titular, la Virgen de la Soledad, una talla del escultor Sánchez Lozano, sobre trono de ruedas y con un manto diseñado por el pintor lorquino Joaquín Ruiz Guzmán, inspirado en motivos de la Capilla Sixtina. Este año, por los problemas causados por los terremotos en las iglesias, la Virgen salió de Santo Domingo.

Fuente: La verdad
Fotos: Sonia Lario